Apuestas Para Una Vivienda Digna Y Popular


(ponencia realizada para el Primer Encuentro Distrital de Organizaciones Populares de Vivienda - John Giraldo, miembro BarrioPinto)
I.               INTRODUCCIÓN
Más que cuatro paredes y un techo, la vivienda resulta ser un espacio en el cual se recompone la vida social de los individuos y se satisface las necesidades biológicas y simbólicas. Tanto así, que es en la vivienda, donde permanecemos esa tercera parte de nuestra vida, dedicada al reposo y al sueño. La vivienda no solo es una estrategia de adaptación que ofrece un  microambiente adecuado, también posibilita el desarrollo de actividades económicas que permiten a miles de familias obtener un ingreso en el mercado informal. La vivienda termina siendo no solo un espacio socio-cultural y un espacio productivo necesario en el día día del ser humano. Sí es tan necesaria la vivienda para todo lo antes nombrado, ¿por qué sigue existiendo un amplio número de familias sin vivienda?, ¿por qué sigue viéndose la vivienda como una mercancía cuyo margen de ganancia es perseguido por distintos sectores financieros, inmobiliarios y constructores?. Ciertamente, el artículo 51 de nuestra constitución, al tiempo que plantea la vivienda como un derecho, abre la posibilidad de que ese derecho sea tratado como mercancía al hacerse efectivo por sectores privados.
Con todo esto, el propósito de esta ponencia, es el de ubicar la cuestión de la calidad en la vivienda, más allá de las cuestiones técnicas (problemáticas de estructura, materiales, ventilación, hacinamiento) y en cambio observar el fenómeno como un todo integral. Asegurándose finalmente, que mientras se siga produciendo vivienda en el país, relacionada directamente con los índices de ganancia de los sectores privados, la calidad de ésta no será proporcional a las necesidades materiales e inmateriales de las familias.

II.              SOBRE UNA CONCEPTUALIZACIÓN DE LA CASA, LA VIVIENDA, EL BARRIO Y LA CIUDAD: HACIA UNA POLÍTICA DEL HÁBITAT
Conforme avanzan los estudios en la materia, de igual forma se vuelve más compleja la conceptualización. Muchos serán los sinónimos con los cuales se le conoce a la vivienda: mi terruño, mi nido de amor, mi rancho, la casa, el hogar, etc., muchos de ellos provenientes del lenguaje popular. Pero habrá definiciones de las cuales debemos de partir para generar mayor claridad entre los presentes.
Por casa bien se puede entender todo el espacio construido de puertas hacia adentro. La distribución, limites, significados y jerarquías de los espacios domésticos. Si a esa casa sumamos su entorno inmediato, es decir las características del espacio construido, vivido y regulado del barrio; tanto sus equipamientos como la vida social tendremos la vivienda. El hábitat entonces, es la articulación de esa vivienda a la dinámica del resto de la ciudad. Sobre las anteriores dimensiones es que podrían ubicarse el grueso de las políticas públicas de vivienda (suelo urbanizable, mejoramiento o construcción); políticas públicas del entorno (Servicios Públicos Domiciliarios, equipamientos) y políticas públicas del contorno urbano (trazado de avenidas principales, parques metropolitanos, planes de renovación y demás actuaciones urbanísticas)
Si atendemos la anterior clasificación, debemos concentrarnos en el primer tipo de políticas, es decir las que tiene que ver con las políticas de vivienda. Siendo más rigurosos en el análisis, podríamos decir que la calidad en la vivienda influye y es influida por las características del suelo urbanizable, por las tipologías del diseño y la lógica de construcción, por los planes de mejoramiento, y por otras características socio-culturales y productivas que serán analizadas a continuación.
A.    Sobre lo socio-cultural
La vivienda popular históricamente ha sido una estrategia para mantener la unidad familiar. De este modo siempre se ha buscado que su diseño sea tan flexible y progresivo, como lo es la dinámica de la familia. Propio de esto resulta la tipología de vivienda informal, que se adecua a las características económicas de las familias con un desarrollo por etapas.
1) Cuando se cierra el casalote, se proyecta un diseño básico que permite satisfacer las necesidades básicas de abrigo, alimentación, reposo, y que además brinde seguridad ante robos o eventualidades ambientales. Este diseño no supera la mayoría de las veces, la planeación de dos piezas, una cocina, el baño y un patio.
2) Una vez se tiene el diseño básico, se procede a mejorarlo para brindar mayor comodidad a sus moradores. Se mejora reemplazando el techado de teja por una plancha en concreto adecuando la segunda planta como terraza. En este diseño se mejora la estética interna de la vivienda, sobre todo en sus pisos y paredes. Se podría hablar entonces, de un diseño de mejoramiento.
3) Luego que la familia ha alcanzado la comodidad en su vivienda, se planea un diseño de renta para obtener ingreso económico. En este diseño se tiene en cuenta la adecuación de un espacio donde nuevas familias puedan vivir, o donde se puedan realizar actividades comerciales o de almacenamiento, como tiendas, salones de belleza o bodegas.  
Esta tercera etapa, es la que nos permite hablar de una vivienda productiva.

B.     Sobre lo económico
Según estudios, en Bogotá cuatro de cada diez hogares registran en la manzana de su vivienda algún tipo de actividad económica. Para el DANE en el 2005 4,2% de los hogares tenían actividad económica en sus viviendas. Debe resaltarse que muchas de estas actividades emplean hasta 10 personas. Es indudable entonces, la importancia del aspecto productivo en la vivienda, hecho que parece no ser tenido en cuenta en las nuevas soluciones de vivienda popular  que se ofertan.
Tras las actividades económicas en las viviendas, coexiste un importante número de relaciones sociales y “trajines cotidianos”, que se mantienen apelando a prácticas como la venta “al fiado”, el dialogo amable y fraterno entre cliente y vendedor o incluso el lugar de encuentro y ritmo social que representa alguna tienda esquinera en el barrio. Todo es resulta impensable bajo la lógica que trae consigo las grandes superficies de capital transnacional cuando se instauran en barrios populares.
Además de lo ya mencionado, dentro de las características económicas, la vivienda representa una inversión para cada uno de los hogares. De acuerdo a la política de vivienda en el país, para que los hogares sin solvencia económica puedan acceder a la vivienda deben generar un ahorro que más que voluntario es forzoso dado sus escasos recursos. Con este ahorro, entonces se puede hacer efectivo los subsidios de vivienda, para complementarse con un crédito hipotecario ante una entidad bancaria. Con este ciclo se garantiza entonces que los hogares nunca dejen de pensar en su vivienda desde el punto de vista económico, pues la presión por cubrir la deuda contraída les implica una lucha constante contra la usura bancaria y contra la inestabilidad laboral.
Desde otra perspectiva, la vivienda también representa una inversión de los sectores financieros y de la construcción. Inversión promovida por la búsqueda de la ganancia en cada uno de los negocios.
A propósito de lo económico de la vivienda, puede sintetizarse una idea. Mientras la vivienda sea una mercancía de alto costo, seguirá siendo un sueño de difícil acceso para los hogares de bajos recursos, pero un negocio que persigue la mayor utilidad para quienes la construyen y la financian.
C.     Sobre lo político
Más allá de las políticas públicas, la vivienda se ha vuelto el lugar común para impulsar campañas electorales, para incentivar el clientelismo y la corrupción, o para  mantener los poderes políticos tradicionales en el país, (ver el caso de las 100 mil viviendas gratis). Sin embargo, acá se plantea la vivienda como un elemento político que permita hacer posible la paz con justicia social. Un elemento que haga posible la reconciliación y el dialogo nacional a partir del movimiento social y popular. No en vano, la vivienda junto a la salud, la educación y el alimento, son piezas fundamentales para construir la verdadera paz con justicia social.

III.            El déficit cualitativo en cifras
Según un estudio del Centro de Estudios de la construcción y el desarrollo urbano y regional CENAC, en Bogotá 141.518 hogares se encuentran en déficit cualitativo de vivienda. Es decir, las viviendas particulares que presentan carencias habitacionales en los atributos referentes a la estructura, espacio y a la disponibilidad de servicios públicos domiciliarios y por tanto, requieren mejoramiento o ampliación de la unidad habitacional en la cual viven (DANE, Censo 2005).
En el estudio del CENAC, se parte de los datos ofrecidos por encuesta de calidad de vida 2007, y la encuesta multipropósito 2011. “Los hogares pobres en déficit cualitativo se encuentran mayoritariamente localizados, al igual que en el caso del déficit cuantitativo, en las localidades de Ciudad Bolívar y Suba. Sin embargo, también reportan una participación significativa Bosa y Usme (…) Además, dentro de estas zonas se guarda una proporción de hogares en déficit cualitativo superior al promedio de la ciudad” (CENAC, 2012). Sobre el déficit cualitativo en estas localidades, éste se traduce en 27.045 hogares que deben, o están siendo objeto de una política conjunta de mejoramiento de vivienda y de barrios, y titulación y seguridad jurídica en la tenencia.
Pero el déficit cualitativo no solo debe verse  en relación a la vivienda ya construida, pues éste también es expresado en la construcción de vivienda nueva. La manera como se refleja esto en los proyectos de vivienda es a partir de dos aspectos.
1) La ubicación de los proyectos de vivienda popular nueva, en las zonas periféricas de la ciudad, implica una dificultad para la movilidad y conexión con el resto de la ciudad, dado que muchas veces no existen rutas de transporte formal. Además las características de los terrenos ubicados en la periferia hacen que las viviendas sean más frías y menos acogedoras, esto sin contar que varios de estos suelos son susceptibles de inundaciones. Varias firmas constructores se desentienden de conectar sus proyectos con el resto de la ciudad, delegando estos costos a la inversión publica.
Por otro lado, el tamaño de las viviendas planeadas está pensado para el tipo de familia nuclear, imposibilitándose con esto que los nietos, primos y otros miembros familiares sean albergados en la misma casa, y que se desarrolle algún tipo de actividad de productiva. Los diseños implementados buscan una reducción de áreas edificadas y una reducción del estándar de acabado y mobiliario.
-Reducir el abanico de posibilidades de variedad de usos, pocos modelos y tipologías tradicionales. Manteniéndose solo aquellas que muestran ser rentables.
En síntesis,  hablar de calidad en la vivienda, implica revisar democráticamente los criterios de construcción que emplean  cada uno de los actores del sector. Partiéndose de la premisa que tanto tamaño, como ubicación de las viviendas no deben estar supeditados a la búsqueda de la máxima ganancia. A propósito de esto, tiene cabida la pregunta de ¿cómo conseguir un aumento en la capacidad constructiva de vivienda digna popular, sin que esto implique un deterioro de la calidad de las mismas?

IV.            ALGUNAS CONCLUSIONES Y PROPUESTAS
Sobre lo ya mencionado, se plantea:
-        Que se democratice el sector constructivo: que las organizaciones populares de vivienda y demás organizaciones viviendistas participen activa y propositivamente en la dinámica constructiva.
-        Que se rescate lo valioso del saber popular propio de la autogestión y se potencie con el saber técnico y profesional. Todo esto para lograr un adecuado desarrollo tecnológico que permita conseguir un aumento productivo con mejor calidad.
-        Que se implementen formas alternativas de financiamiento de la construcción, que no estén supeditadas a las variables macroeconómicas como la inflación o la tasa de interés. Incentivo al uso de materiales alternativos y control en los precios de cemento etc.
-        Que se conforme de una empresa constructora de carácter público, que opere con recursos distritales y con recursos provenientes de ahorros voluntarios de las familias.